Hambre

Conocí al fotógrafo James Mollison a través de su trabajo 'Where children sleep'. Me impactó su aproximación tan obvia y directa a un tema (diferencia entre pobres y ricos) en unos impresionantes dípticos -que dan vida a un libro- y en el que los retratos de unos niños se contraponen al lugar donde duermen y a su vez cada díptico se contrapone al lugar donde duermen otros niños. La obviedad en un mundo tan complejo.

Pero vengo a hablaros de otro trabajo del fotógrafo keniata. Se llama Hunger y remata otra vez una aproximación derechísima al problema del hambre: hace retratos de personas que reciben ayudas del Programa Mundial de Alimentos (World Food Program), es decir, retrata personas que reciben caridad en el mundo. Caridad no emanada de personas pudientes u ONGs guays, sino que proviene de la mismísima ONU, del mismo corazón del 'gobierno' mundial.

Dice Mollison: "Benetton me encargó fotografiar alguno de los 17 millones de personas que reciben alimentos del WFP. [...] Decidí llevar mi estudio móvil para eliminar los fondos exóticos y presentarlos como personas"

Lo que me ha llamado poderosamente la atención es que, frente a otras aproximaciones donde la pobreza refleja una decencia y un orgullo que enfrenta la condición humana a la adversidad, los relatos de James Mollison me transmiten todo lo contrario: las imágenes de unas personas hundidas, que comen porque les dan la comida, perdiendo cualquier atisbo de lo que podríamos llamar humanidad. Tan triste es la mirada en sus ojos que, aunque no mueran de hambre, podemos sentir su deshumanización, la certeza de que para ellos no habrá un mundo mejor.

Y aún hay quién se pregunta que por qué se enfrentan a la muerte para llegar a nuestros países. Mirad las fotografías de Mollison, pensad por un momento que sois cualquiera de ellos y admitid que, antes de seguir así, os montaríais en una barca a por un futuro diferente. 











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