El valle perdido

Es curioso cómo ha cambiado el perfil del explorador. En tiempos, el explorador viajaba a singulares y lejanos parajes, fuera de toda civilización, para (creo yo) entre otras cosas salir de su mundo conocido y descubrir lugares que ningún otro hombre 'civilizado' hubiera pisado antes.


Hoy en día, da igual dónde viajes, el mundo está completamente colonizado y todo aquello que merece la pena verse está literalmente tomado por el turismo y más concretamente por el turismo de masas. Es entonces cuando el explorador tiene que cambiar algo su perfil, y, en lugar de irse lejos a buscar la aventura de lo nuevo, debe buscar en los rincones más cercanos para encontrar esos remansos de paz, esa falta de civilización, esa novedad que es nueva en tanto en cuanto nos olvidamos hace ya tiempo de ella.


A unos 30 km de Huesca comienza el valle de Nocito. Pocos lo conocen, pocos lo transitan. Hay que ir de propio, no se va a ningún otro lado por ahí. Es explorar por el placer de explorar, descubrir por ejemplo la cara norte de Guara - la sur se ve desde mi habitación en Huesca - todopoderosa y permanentemente ahí donde mires durante todo el día. Visitar la ermita de San Úrbez, un lugar casi mágico a los pies de la montaña. Seguir el curso del río Guatizalema y no encontrar a nadie durante un día. Sumergirte en  la auténtica España vacía.


Y comer o dormir en casa Ortás para redescubrir el placer de la comida casera de siempre. El lujo de lo olvidado. Un valle perdido y encontrado. 

Con más fotos en la mini galería Lost Valley

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