El crack, segunda parte

Hace ya casi un año ocurrió mi primer crack. Mi disco duro falló y todas las ediciones de mis fotos realizadas en los últimos quince años se perdieron. No se perdieron las fotos, sino la interpretación que de muchas de esas fotos había hecho en su momento, algo que ni se me ocurrió que se pudiera perder. Justo estoy acabando de revisar y reeditar el año 2014, algo que me está llevando algo de tiempo aunque confieso que de vez en cuando me sirve para descubrir alguna foto que había descartado y que el tiempo permite recuperar. Sigo en ello.

El día 20 de enero de 2019, ocurrió el segundo crack, o la segunda parte del crack, como queráis verlo. Ocurrió cerca de Alcalá del Obispo, en una bonita cascada en el río Guatizalema cerca de Huesca capital que había descubierto gracias al cuñado de mi cuñado (algo así como mi cuñado al cuadrado), Chesús L. Domper, y a la que acudía por segunda vez ya que la primera llevaba demasiada agua y la foto quedaba confusa: pensé que con menos agua la foto podría salir más bonita. La cascada se puede fotografiar desde lo alto de una roca (que permite ponerse a la altura más o menos del río antes de la cascada) y desde el suelo, a la altura del río una vez pasada la cascada. Pues bien, puse mi trípode sobre la roca e hice un número no pequeño de fotografías de la bonita cascada.


No sé si veis la pequeña cascada que hay en el extremo derecho de la fotografía, y eso es lo que quise bajar a fotografiar a ras de suelo, en la orilla del río Guatizalema. Cogí mi trípode, bajé junto a la orilla, coloqué el trípode y me volví a coger el teleobjetivo, necesario para aislar la pequeña cascada. Con el objetivo en la mano, me doy la vuelta y veo que mi cámara ha desaparecido.

Las tres patas del trípode salían del fondo de río, lo que implicaba que mi Nikon D600 y el objetivo 16-35 se habían sumergido en una zona de como medio metro de agua. Como os podréis imaginar, saqué horrorizado la cámara tirando de las patas del trípode y comencé un proceso de secado y desmonte en directo para ver si podía salvar algo. La explicación de por qué me pasó esto es sencilla: en la roca, el trípode no estaba simétricamente adaptado (las tres patas tenían longitudes diferentes) por lo que al ponerla, sin advertirlo, en la orilla, el trípode venció por la falta de simetría del conjunto y con tan mala suerte que la cámara acabó buceando.


Hoy os puedo decir que esta pequeña luchó y casi lo consiguió: todo ha vuelto a funcionar excepto el visor. Parece ser que el golpe que se llevó, más el agua, hizo que ya no se pueda ver nada enfocado a través del visor (aunque curiosamente, funciona perfectamente el 'live view' a través de la pantalla). Llevé la cámara a la única tienda que arregla cámaras en Zaragoza, y tras un par de semanas en la UVI, han comunicado su fallecimiento. 21.131 fotos después de aquella primera foto en Hong Kong ,mi D600 (junto con el objetivo 16-35, pero eso es otra historia) entra en el Olimpo de mis cámaras abandonadas, donde conservo mi F70 analógica, mi Canon G3, mi D200 y, ahora, la pobre D600 (la D200, por cierto, está fantástica).

Qué puedo decir... que la echaré de menos. El salto en calidad que di desde la D200 a la D600 fue una pasada y era una cámara que llevaba algún que otro golpe, pero que hacía unas fotos excelentes (y sobre todo, que nos conocíamos mutuamente).

Tras mucho (mucho... pero mucho) pensar, le he traído una hermanita y nueva compañera de fatigas. En la próxima entrada os contaré cómo me llevo con ella.


En cualquier caso aquí os dejo la última foto que hizo, así como el sitio donde más me costó llevarla, la cima de la Peña Canciás. A partir de este momento, las fotos que os pueda enseñar estarán hechas con la bella Z6. El tiempo dirá si hice bien.





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