El arte y el vil metal

Hablando el otro día con mi amigo y colega Álvaro, debatíamos sobre que el éxito en arte, moda, fotografía de bodas, lo que sea, proviene del marketing. Sobre todo hoy en día. Puedes ser bueno o malo, pero vender tu producto es lo que te puede permitir vivir de tu hobby (que para mi sería la leche). Recordé después una entrada del interesantísimo blog Conscientious en la que el fotógrafo Michael Schmidt explicaba a unos alumnos que si buscas hacer fotografía que se venda, entonces estás distorsionando tu obra, ya que tu único objetivo es exponer y no te centras en las imágenes. Tu estilo queda 'manchado' por tu necesidad de vender el producto. Y eso no es ni bueno ni malo, pero evidentemente es menos... digamos honesto - utilizando aquí la falta de honestidad no como algo peyorativo sino como algo menos auténtico. Una de las razones por las que hago la fotografía que quiero es que no tengo que venderla y eso me hace un ser (¿artista?) más libre, aunque evidentemente menos mediático y popular. Es un tema que creo que hoy en día, con Christies, subastas y personajes que venden por mucho dinero arte con minúsculas, está de moda y es interesante discutir. 

Y ayer, leyendo la última novela de Eduardo Mendoza, 'El enredo de la bolsa y la vida' me topo con este párrafo:
"Si no queremos abandonar es por otra razón. Por pundonor, en parte. Por curiosidad intelectual, en parte. Pero, sobre todo, por que no somos mercenarios, ni siquiera profesionales. Somos artistas. Nuestras acciones están al margen de coyunturas y tendencias, y nos entregamos a nuestro trabajo sin escatimar sacrificios ni horas ni esfuerzos, sin dejarnos amedrentar por el calor ni el frío ni la lluvia, [...] porque si no lo hiciéramos así, no sólo incurriríamos en absentismo laboral, sino en una grave responsabilidad moral, social y ética. Trabajamos porque el mundo nos necesita. ¿Qué sería del mundo sin artistas? ¿Qué sería de Barcelona sin estatuas vivientes?"

Soy incapaz de leerla en voz alta sin emocionarme. También soy incapaz de vivir sin dinero y por eso sé que muchos artistas necesitan vender lo que producen. Pero ¿no es bonito de vez en cuando pensar que las cosas podrían ser de otra forma? 

Comentarios

  1. Pues sí...es bonito poder pensar éso...Sin embargo, hemos creado una sociedad que acaba subordinando cualquier cosa ése vil metal...El arte debería encontrarse siempre en un nivel superior, sin mácula, cumpliendo su misión: enriquecer el espíritu del ser humano, por otra parte, bastante maltrecho en los tiempos que corren.
    Desgraciadamente, el mundo del arte presenta unas dimensiones dónde su esencia íntima y la ética brillan por su ausencia...Aún con todo éso el verdadero artista, existe, doy fé de ello. A pesar incluso de que tenga que vivir de su arte. Es, como casi todo, una cuestión de equilibrio entre la necesidad de supervivencia y el respeto hacia una determinada forma de expresión.

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  2. Exacto Eva, todo se trata de llevar un delicado equilibrio entre financiación y arte, que de todas formas ha existido durante toda la historia. Pero la historia también está llena de locos que dejaron incluso de comer por crear, y de esos o ya no hay o ya no salen adelante. O no me entero que también puede ser...

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