Ciudades con alma. Hoy: Zaragoza

Zaragoza es la ciudad en la que vivo. Casi, con permiso de Huesqueta, se podría decir que es MI ciudad. El lugar donde duermo todas las noches, donde paseo, donde vive mi familia y donde quiero vivir. 
El hecho de ser un forastero que comenzó a vivir aquí hace ya casi 30 años, me permite verla con un poco de distancia. Por un lado, la maravilla que representa un lugar bonito, seguro, amable, cotidiano, con muchas más cosas que ver y disfrutar de lo que uno se pudiera imaginar: la Seo de Zaragoza es quizás uno de los sitios más impresionantes que yo he visto (y he visto unos cuantos). La Plaza del Pilar en su conjunto, la Calle Alfonso y el Coso, con sus palacios renacentistas (Lonja incluida) y su arquitectura modernista. La Aljafería, joya restaurada, pero brilla al fin y al cabo. Uno de los cascos viejos más grandes de España repleto de pequeñas sorpresas que nunca dejará de sorprenderme (¡los museos, empezando por el Gargallo!). Parques, canales, y también zonas de ocio como el recuperado Tubo, los bocatas de calamares bravos y un número incontable de bares, restaurantes y cabarés. Una nueva ciudad en la antigua zona Expo y, sobre todo, alrededor del Ebro, un río como deben de tener todas las grandes ciudades.

Por otro lado, toda cara tiene su cruz. Una ciudad de este calibre no debería ser tan pueblerina a la vez. El centro, las grandes familias, la tradición por encima de todo. Es una constante que hace que todos nuestros artistas acaben en Madrid o Barcelona, que la gente joven no disponga de referentes claros, que sea la ciudad media española, donde se prueban muchos de los productos (si triunfa aquí, triunfa en toda España, dicen) y nos quedemos en eso. Y sobre todo la autosatisfacción de que somos mu majos, porque nos lo dice todo el mundo. Y, siendo verdad, que lo dice uno casi de fuera, un poquito de alegría, arrojo y urbanidad (lo que tenía, por ejemplo, Jose Antonio Labordeta o más recientemente, los chicos de Oregón Televisión) nos vendría de perlas.

Aquí van unas fotos, aquellas que no aparecieron (¿descartes?) en la exposición ciudades con alma de la misma ciudad. Que os gusten.













Comentarios

  1. Muy de acuerdo con la descripción de Zaragoza (¿cuento como artista exiliado?). Y bonitas fotos, como siempre, aunque ya sabes que soy más fan del blanco y negro que de los tonos sepia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuentas como artista exiliado como el primero. Los tonos sepia se deben a un día que me dio la turuntela y lo he mantenido en toda la serie…gracias por comentar!

      Eliminar
  2. Pues sí preciosas imágenes...Yo también me inclino siempre por el blanco y negro pero los tonos sepia restan dureza a las composiciones y, en este caso, opino que así tienen un "aura" especial...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vaya, se me había pasado este comentario! Gracias Eva!

      Eliminar
  3. Joer, este post me pilló de viaje y se me había pasado totalmente! Me encanta la primera foto y la del espíritu del Ebro y la última es una pena no haberla podido pillar un poco más limpia porque me parece épica.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias eishier. Bueno, la última es una foto tan antigua que los niños igual tienen hijos ya. Es un negativo muy dañado y, como lo debí revelar (mal) yo tiene mas grano que una mazorca de maíz. Para colmo hay una raya interesante en el negativo. Pero bueno, coincido en que hubiera sido bastante épica, sí ;-)

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares