El bosque amarillo

Todos los años por estas fechas subo unas cuantas fotos del Otoño. Curiosamente, hay dos eventos en mi vida que no soy capaz de fotografiar a la máxima satisfacción. Uno, es la bajada de la catedral de los Danzantes de Huesca en la mañana del día de San Lorenzo. Por pitos o por flautas (quizás con la excepción del año 2014) las fotos siempre salen demasiado cerca, demasiado lejos, de espaldas, movidas, etc. Un día de estos os haré una selección de los últimos diez años :-P.

El otro evento es el Otoño. Tienes en la cabeza tantas expectativas de lo que quieres conseguir que, año tras año, vas haciendo alguna cosa pero no te acabas de convencer. Han caído las hojas demasiado pronto, o están aún muy verdes, o justo este fin de semana me viene fatal o, coño, qué bonita esa estampa desde la carretera - pero ya no la vuelvo a ver.  Excusas de novato por no dedicar el tiempo necesario que necesita una buena fotografía.

Pero este año, sin esperarlo, fui al Moncayo y me encontré un bosque de hayas en la plenitud de su colorido otoñal. Maldita la gracia que me hace que la provincia de Zaragoza me regale lo que el Pirineo oscense me niega una y otra vez, pero la experiencia fue una maravilla que, paradójicamente, por no esperarla, me dio una increíble satisfacción. Los resultados, os pongo aquí 8 fotos - de 35 escogidas - de 340 tiradas. 

Odio tener que decir que los resultados en la pantalla del ordenador no hacen justicia a la experiencia que tuve (y que sufrieron mis acompañantes de viaje), pero aquel día, tras guardar la cámara con el último rayo de sol, sabía que esta entrada se llamaría el bosque amarillo.

Espero que os gusten.










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